VIVIENDO CON EL ALMA
Por el reverendo John A. Buehrens
Un sermón presentado en
La Primera Iglesia Unitaria de San José, CA
Domingo, 30 de Marzo de 2003
Tradución de "Living with Soul" por Ervin Barrios
Cuando yo estaba fungiendo como Presidente de nuestra Asociación, una de muchas cosas que yo, mi familia y mis amigos teníamos que soportar era escuchar que se refirieran a mí como "el rabino evangélico de la religión liberal". Lo cual causó que mi hija Erica me mandara una tarjeta postal que mostraba a un caballero como de mi calibre, vestido con una túnica bastante ajetreada y parchada, un chal de oraciones y un yalmulke, con la inscripción que decía "El rabino Peluchín" y la pregunta "¿Cuándo me tocará alternar con los verdaderos rabinos?"
Este fin de semana, estoy aquí para alternar con los verdaderos rabinos de la escuela Starr King para el ministerio y me da mucho gusto que la rabina Lilia Cuervo me ha dado la oportunidad de estar aquí con una congregación real.
"¿Qué es lo real? Pregunta el Conejo en el cuento clásico para niños de Margery Williams.
"Lo real no es la forma en como estás hecho" contestó el Caballo de Cuero. "Es algo que te sucede. Cuando un niño te quiere por mucho, mucho tiempo, no solamente para jugar contigo, sino que realmente te quiere, entonces te vuelves real".
"¿Y eso duele?" pregunta el conejo.
"A veces", dijo el caballo de cuero, porque él siempre decía la verdad. "Cuando eres real no te importa ser lastimado".
"¿Y eso sucede de repente, como cuando le dan cuerda a uno?" preguntó el conejo, "¿o sucede poquito a poco?
"No sucede de repente", dijo el caballo de cuero. "Te vas convirtiendo. Toma tiempo".
No sé cómo lo sientan ustedes pero para mí los últimos diez días me han parecido dolorosos y extrañamente irreales. En realidad, lo debo decir en otras palabras. Desde hace algún tiempo, me he sentido como que estoy viviendo en una sociedad dónde lo que yo creo que realmente importa, es decir, el alma misma de la sociedad, parece cada vez más abandonada, en favor de un sistema engañoso que toma solamente el dinero, la imagen, el poder y la violencia como reales. Y yo me pregunto, ¿qué le está sucediendo a nuestra alma colectiva?
"La búsqueda del alma corporativa", dice un titular del periódico. Pero el artículo describe como el presidente de una institución de gobierno que vigila la responsabilidad corporativa fué forzado a renunciar, seguido de su candidato, para corregir las mentiras en la contabilidad corporativa, porque escondió información para que no la obtuvieran sus compañeros de la comisión: que el candidato en cuestión había sido el presidente de un comité de auditorías para las corporaciones y que había despedido a sus auditores por decir la verdad.
"El alma misma de la democracia está amenazada por la corrupción contaminante de nuestros políticos", dice el eminente periodista Bill Moyers, quien describe cómo el finado senador Paul Wellstone una vez se puso de pie en el piso del Senado para describir una interacción típica entre un funcionario público y una fuente potencial de dinero para su reelección:
"¿Qué me da si le doy $500 dólares?"
"Solamente gobierno"
"¿Y si le doy $1,000 dólares?"
"Buen gobierno".
"¿Y si le puedo mostrar como obtener $100,000 dólares?"
"Entonces mi amigo, usted obtiene cualquier tipo de gobierno que usted quiera!
Pero, ¿de qué aprovechará si uno ganara todo el mundo y perdiera su alma? ¿En qué le aprovechará a nuestra nación ganar una guerra injustificada y perder el respeto y el apoyo de algunos de nuestros más viejos amigos de todas partes del mundo? Es posible que quede solamente una superpotencia militar. Pero como lo presentó recientemente el periódico New York Times, existe una segunda superpotencia menos visible, llamada opinión mundial. Cuando pienso sobre esta guerra, recuerdo lo que Tomás Jefferson dijo una vez: "Yo tiemblo por mi país cuando considero que Dios es justo". Estados Unidos el día de hoy, como lo dice uno de nuestros himnos es "rico en cosas pero pobre de alma". Con razón el alma, como lo dice Szymborska, parece venir para irse. La mía definitivamente la siento así. Apuesto que ustedes la sienten igual. Eso, sin mencionar las otras almas con las que tratamos de conectar, con las que tratamos de ser reales.
Muchas veces he regresado a casa después de esforzarme en tratar de conectar de manera más profunda, a nivel del alma, con la gente que está el mundo de las agencias del poder y del interés personal, diciéndole a mi querida esposa, "Se está poniendo más y más difícil salvar almas querida; menos y menos personas parecen tener alma".
Pero yo sé que esa es una actitud cínica. Nuestro universalismo me recuerda que debajo de toda esa defensiva egoísta, obtusa, avariciosa y hasta paranoica y violenta que los humanos demostramos, existe una parte humana y con alma en cada uno de nosotros. Vuelve a aparecer siempre que podemos compartir alguna vulnerabilidad humana.
La escritora Nancy Mairs, quien padece multiplesclerosis y escribe sobre estos temas de una manera muy humana desde su silla de ruedas, lo expresa de manera muy simpe: "el alma", dice ella,"es esa parte de la mente humana que es capaz de trascender el interés personal mismo".
Y eso existe en todos nosotros. A pesar de toda su autosuficiencia orgullosa Emerson lo sabía cuando dijo: "Les es dado a los humildes y sencillos; le es dado a cualquiera que pueda ignorar lo que es el orgullo; viene como una percepción; viene como una serenidad y grandeza. La salud del alma consiste en la totalidad de su recepción Dentro de nosotros está el alma del todo . Cuando se manifiesta a través de nuestro intelecto es genial; cuando respira a través de nuestra voluntad, es virtud; cuando fluye a través de nuestro afecto es amor". Así pensó Thoreau, quien escribió en su diario que "El silencio es la comunión del alma consciente consigo misma. Si el alma atiende por un momento a su propio aspecto infinito, entonces y allí está el silencio. Es posible escucharla, para todos nosotros, a todas horas, en todos los lugares y si deseáramos nosotros podríamos siempre escuchar las amonestaciones del alma. Pero no lo hacemos.
Y mi misión aquí, no es la de realmente convencerlos sobre algo relacionado con el alma. Como los trascendentalistas decían, que ellos estaban más interesados en la religión que Jesús practicaba que en cualquier religión que se tratara sobre Jesús. Yo estoy mucho más interesado en la vida del alma, el vivir con alma, que en cualquier enseñanza abstracta sobre el alma. Como dijera alguna vez el Buda, el discutir ya sea que exista el alma o no, Ya sea que exista Dios o no, podría completamente ignorar el mensaje. O como otro poeta lo expresa:
No me interesa si crees que hay un Dios o hay muchos dioses
Yo quiero saber si te sientes incluído o te sientes abandonado.
Si conoces la desesperación o si puedes verla en otros.
Quiero saber si estás preparado para vivir en el mundo
Con su dura necesidad para cambiarte.
Si puedes mirar hacia atrás con ojos firmes diciendo esto es lo que creo.
Quiero saber si sabes como derretirte en ese fiero calor de vivir
cayendo hacia el centro de tus anhelos.
Quiero saber si estás dispuesto a vivir día tras día,
Con la consecuencia del amor
Y la pasión amarga no deseada de tu derrota segura (en la muerte)
Me han dicho que en ese abrazo fiero, aún
Los dioses hablan de Dios.
Y aún los desalmados hablan del alma. No, mi misión, al igual que la de esta iglesia, no es la de convencerlos y convertirlos, sino de invitarles a vivir los aspectos más profundos del alma. Porque lo que se requiere de nosotros no son las creencias especulativas, sino el vivir de forma real, humana y llenos del alma, sirviendo a la justicia, amando la compasión, caminando de manera humilde sobre esta tierra junto con otras personas de diferentes formaciones culturales y experimentales.
Sin embargo, ustedes y yo tenemos una misión. Si alguna vez lo dudé, me fué recordado de una manera bastante dramática en un viaje a la India, hace tres años, después del terremoto devastador en Gujarat. Yo había ido para llevar ayuda material y apoyo espiritual para los grupos de derechos humanos con los que tenemos hermandad a través del Programa Unitario Universalista Holdeen en la India. En el aeropuerto de Bombay me recibió un activista valiente. Vivek, obtuvo un Premio Mundial de la Antiesclavitud, por liberar a miles de personas de tribus pobres del trabajo como esclavos cautivos.
Al salir de la aduana, él me recibió de manera calurosa. Pero en cuestión de minutos, nos rodeó una multitud amenazante, que incluía policías, haciendo preguntas airadas. Ustedes deben saber que la India, está gobernada actualmente por lo que se considera el equivalente indú de la Coalición Cristiana en los Estados Unidos, y ellos no solamente usan como chivos expiatorios a los musulmanes y a las minorías pobres, sino que detestan a los "misioneros" occidentals. Gritando en su idioma local, ellos exigían saber si yo era misionero. Pronto mi amigo empezó a gritarles: Sí!, si es un misionero! Pero no me han preguntado ustedes cuál es su misión. Su misión son los derechos humanos. Su misión es la justicia para los pobres! Su misión es la democracia! No viene a convertir gente! Ahora díganme, si se atreven ustedes, ¿Cuál es su misión? Y ante lo que Ghandi hubiera llamado "la fuerza del alma" de este hombre, la multitud hostil, simplemente se desvaneció.
"La vida", dijo el gran ministro Unitario A. Powell Davies, "es solamente una oportunidad de desarrollar un alma". Y mientras más viejo me vuelvo, y mientras más siento que el cuerpo se debilita, más me concientizo que nuestra misión, la de ustedes y la mía, debe surgir del alma y dirigirse al alma, para ayudar a otros y de hecho a toda la sociedad, a crecer en el alma; a crecer en la capacidad de ir más allá del mero interés personal.
Cuando yo estaba considerando inicialmente hacerme ministro, no estoy seguro que yo entendía eso. De hecho, no podia figurar bien ni siquiera el porqué las personas iban a la iglesia, semana tras semana. ¿Era solamente por conformidad o por hábito social? Así que le pregunté a la feligresa más asidua que yo conocía, mi propia abuela.
"¿Porqué voy a la iglesia?" ella contestó, "Oh Janni, aprenderás, si no es que ya lo sabes que a veces el alma se queda muy vacía; la fe pequeña, como la semilla de mostaza". Yo sabía lo suficiente sobre su vida como para tener una idea de lo que ella quería decir. Nacida en Europa del Este, ella se quedó huérfana allí a la edad de diez años. A los quince años ella llegó a los Estados Unidos por la isla Ellis Island completamente sola, con la única esperanza de que su hermana mayor que estaba casada la encontrara cuando ella llegara a Chicago. En Chicago ella conoció y se casó con otro inmigrante eslovaco, mi abuelo, quien también había sido huérfano y formaron una familia. Pero al final de la epidemia de la influenza que sucedió después de la Primera Guerra Mundial, ellos habían enterrado a sus cuatro primeros niños. El alma se queda vacía, es cierto.
Fué entonces cuando mi abuelo dejó de ir a la iglesia. Cuando el sacerdote no quiso ir a su casa para darle a su esposa la extremaunción, cuando parecía que ella también se estaba muriendo. Luego, durante la depresión, cuando él perdió su trabajo en la fábrica, y tenían tres niños más que alimentar, tuvieron que abandonar su hogar y tratar de ganarse el sustento en un rancho de espinacas en Texas por dos años que fueron tan duros que mi madre hasta hoy día no puede hablar de eso.
"Yo voy a la iglesia" dice mi abuela "y en mi alma yo sé que tengo que estar agradecida, simplemente por estar viva. Estoy allí junto con otras personas. Oro con ellos y por ellos. Yo sé que muchos de ellos tienen penas tan reales como las mías. Así que mis pensamientos van más amplios, más profundos, más elevados. La fé vuelve. A veces", me dijo, "no importa si el sermón del sacerdote no es tan bueno! Yo oro por tí, por tus primos, por toda la juventud y la esperanza vuelve. Oro por tu abuelo, porque no es bueno mantenerse amargado en la vida y pienso en cómo demostrarle no sólo con palabras, lo que es el amor. Luego voy a la casa y hago que él vaya conmigo a hacer algo bueno para un niño o un amigo. Por eso voy a la iglesia".
Y yo les pregunto amigos, ¿no es por eso que estamos todos aquí? Mi abuela sabía implícitamente lo que yo ahora tengo la libertad de predicar de manera más explícita. Que la fé no es cuestión de creer alguna afirmación antigua a pesar de la evidencia. Es más bien cuestión de vivir con valor e integridad, a pesar de los retos y pérdidas de la vida y a pesar de la tentación de caer en la desesperación. Y la esperanza no es cuestión de creer que todo nos va a salir bien. Más bien es cuestión de dirigir nuestra vida hacia un punto en el horizonte más allá de lo que nadie de nosotros puede ver, pero hacia el cual sabemos que más nos vale que nos movamos juntos, si es que queremos que haya un futuro que valga la pena para nuestros hijos y para los hijos de nuestros hijos. Y el amor, no es simplemente una tarjeta sentimental de Hallmark, ¿verdad?. Más bien se trata de vivir en el aquí y el ahora, sirviendo a la forma social del amor conocida como justicia, practicando la compasión y caminando humildemente sobre esta tierra, en el tiempo que es nuestro, junto con otros, ante el misterio que nos trasciende a todos.
Es cuestión de vivir la vida con el alma.
Este es nuestro llamado, el suyo y el mío: atender y servir a la frágil llama en todas nuestras almas, hasta que ardan con la llama continua de la misión de sanar el alma de la democracia y el alma de nuestro mundo. Amén.
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